La marcha nórdica fomenta una mayor actividad física diaria entre las mujeres en comparación con otras formas de ejercicio. Aunque distintas actividades ayudan a mantener la forma física funcional, la combinación de gimnasia y actividades acuáticas puede ser especialmente eficaz para preservar los niveles de forma física con la edad.
El entrenamiento de fuerza y resistencia mejora la distancia caminada y la fuerza muscular de forma más eficaz que el entrenamiento en cinta rodante o marcha nórdica en pacientes con croma por estasis. Sin embargo, todos los programas de rehabilitación estudiados tuvieron un impacto positivo en la resistencia y la fuerza muscular.
La marcha nórdica mejora la estabilidad dinámica de la marcha en la enfermedad de Parkinson proporcionando señales externas rítmicas a través del movimiento de la parte superior del cuerpo. Después de tres sesiones de práctica, los pacientes mostraron una mejora en la longitud de la zancada, la velocidad de la marcha y la organización temporal de la marcha, lo que sugiere que la marcha nórdica es una estrategia eficaz para tratar los trastornos de la marcha en la enfermedad de Parkinson.
La marcha nórdica (NW) ofrece importantes beneficios fisiológicos y psicosociales a los pacientes con cáncer, sobre todo en el tratamiento de la fatiga y el dolor relacionados con el cáncer. Al implicar tanto la parte superior como la inferior del cuerpo, la marcha nórdica aumenta el consumo de oxígeno y el gasto energético al tiempo que mantiene un bajo nivel de esfuerzo percibido, lo que puede mejorar la adherencia a los programas de ejercicio. Puede ser una intervención eficaz para mejorar la forma física durante la radioterapia, aunque es necesario seguir investigando.
Un programa de ejercicio domiciliario de 12 semanas (HEP) aumentado con Nordic Pole Walking (NPW) mejoró significativamente la distancia caminada, la velocidad y la calidad de vida en personas con cromo en parada, con un excelente cumplimiento a largo plazo (98% a los 12 meses). El grupo de NPW mostró una mejoría en comparación con la marcha normal, con menores costes y mejor cumplimiento que muchos programas de ejercicio supervisado. Estos resultados apoyan la realización de nuevas investigaciones que comparen la HEP basada en NPW con los programas tradicionales de ejercicio supervisado.
Un estudio realizado en 34 pacientes con artrosis medial de rodilla y alineación en varo reveló que los bastones no reducen los momentos de aducción de la rodilla ni las cargas del compartimento medial. Aunque la técnica individual puede influir en los resultados, los bastones no deben recomendarse basándose en el supuesto de que disminuyen la carga de la articulación de la rodilla en estos pacientes.
Un estudio realizado en ancianos residentes en un centro de día examinó los efectos de la marcha con bastones en la forma física, la postura y la calidad de vida. A lo largo de tres meses, el grupo que caminó con bastones mostró una mejora en las puntuaciones de calidad de vida, mientras que el grupo de control experimentó un descenso en la movilidad. Sin embargo, no se observaron cambios significativos en la función física debido a la intervención.
Un estudio de viabilidad sobre la marcha nórdica para mujeres con artralgia asociada a inhibidores de la aromatasa (AIAA) halló una alta adherencia (>90% supervisada, >80% independiente) y ningún efecto adverso grave. A lo largo de 12 semanas, el dolor disminuyó y los niveles de actividad aumentaron tanto en el grupo de intervención como en el de control, lo que indica que la marcha nórdica es una opción de ejercicio segura y aceptable.
Un estudio evaluó los efectos del entrenamiento estructurado de marcha nórdica en mujeres con diabetes de tipo 2. Veinte participantes (de entre 40 y 65 años) fueron asignadas aleatoriamente a un grupo de marcha nórdica o a un grupo de control que recibió asesoramiento sobre actividad física. El estudio evaluó los cambios antropométricos, metabólicos y bioeléctricos antes y después de la intervención, con un seguimiento de 6 meses. La marcha nórdica demostró ser una opción de ejercicio accesible y eficaz para el control de la diabetes.
Un ensayo controlado aleatorizado examinó los efectos de la marcha nórdica en la rehabilitación de pacientes con síndrome coronario agudo (SCA) y enfermedad arterial oclusiva periférica (EAP). Durante cuatro semanas, 42 pacientes se dividieron en un grupo de marcha nórdica y otro de marcha sin bastones. El estudio descubrió que la marcha nórdica era más eficaz para aumentar la distancia recorrida en la prueba de los 6 minutos de marcha, lo que sugiere sus posibles beneficios para la rehabilitación cardiovascular.
El estudio evalúa los efectos de la marcha nórdica intensiva sobre el equilibrio y la marcha en personas con enfermedad de Parkinson en un proyecto piloto aleatorizado y controlado.
Un programa de marcha nórdica de 12 semanas mejoró la distancia recorrida y la resistencia a la insulina en mujeres de edad avanzada, observándose mayores beneficios en aquellas con niveles elevados de gamma-glutamil transferasa (GGT).
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